2 de noviembre de 2011

Cádiz, por los derechos de los animales. Un valiente modo de denunciar el cruel método de control de palomas.

Ganador por incomparecencia del rival, diría un periodista deportivo si el juicio al que se enfrentaba Juan J. R. G, un gaditano de 34 años, fuera un partido. En este caso, el adversario que no compareció era en realidad un testigo. No uno cualquiera, sino el principal: el policía local que lo denunció, el pasado 19 de octubre, por barrer (con escoba y cogedor) el maíz que lanzaban los empleados contratados por el Ayuntamiento para cazar palomas, cerca del Mercado Central.
Este afán por limpiar, en realidad, era un acto de protesta «simbólico y pacífico» para denunciar este tipo de sistema de control de población de aves, con el que se atrae a las palomas para atraparlas con redes en jaulas y así reducir su número. El joven, en cambio, reivindica que se utilice un sistema de castración química de los animales, que acabaría con su reproducción descontrolada sin tener que sacrificarlos. Al barrer el maíz, el joven impidió que los empleados cazaran, así que el agente local lo denunció por una falta por alteración del orden público.
«Yo no le falté el respeto a nadie, solo recogí el maíz. Cuando el policía me dijo que parara, paré; me dijo que retirara la escoba y el cogedor, pero me negué porque era una vía pública. Le dije que, si quería, me pusiera una multa por limpiar el suelo», explicaba ayer Juan J. R. G.
Lo cierto es que el testigo no se ausentó del juicio. Más bien, llegó tarde a la vista oral, que estaba señalada a las 10.45 horas del pasado lunes en los juzgados de San José. De hecho, el policía apareció pasadas las 11.15 horas, aunque alegó que se había equivocado de planta y que llevaba en el edificio desde las 10.00 horas, según explicaron unos amigos del acusado, que también llegaron tarde al juicio y se encontraron con él. «Estaba en un bar cercano tomándome un café y me llamaron mis amigos diciendo que el policía estaba preguntando por nosotros», recordaba ayer Juan J. R. G.
«Lo volveré a hacer»
A pesar de todo, el juicio se celebró, pero el joven se vio solo (bueno, iba acompañado de otros amigos) ante el juez y la fiscal, que al ver que faltaba el testigo fundamental, optó por proponer la absolución por falta de pruebas. Aún así, el acusado decidió relatar su versión de lo ocurrido al magistrado, aunque sin cargos -el Ayuntamiento no estaba personado- no tendrá más opción que absolverle.
Obviamente, Juan J. R. G. se mostraba ayer feliz por haberse librado de una multa económica y de los antecedentes penales, aunque confesaba que hubiera preferido que el juez le diese la razón, y no ganar por no estar el testigo. Tal es su convencimiento y tan poco le teme a la posible multa, que ayer volvió a barrer, escoba y recogedor en mano, el maíz que los técnicos volvían a arrojar en las calles de la capital. «Lo voy a seguir haciendo hasta que Teófila Martínez cumpla con su promesa electoral de utilizar la castración química para el control de ave, aunque no creo que lo vaya a hacer, porque es algo que cuesta dinero», advertía.

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